Descarga en PDF el libro «La Superstición del Divorcio y otros ensayos acerca de los Derechos Fundamentales» escrito por Ramiro De Valdivia Cano y publicado por la Academia de la Magistratura de Perú.
A continuación compartimos en prólogo de este libro y seguidamente el enlace de descarga. Recuerda compartir en tus redes sociales para seguir publicando material gratuito.
Prólogo
Ramiro De Valdivia Cano, distinguido arequipeño, catedrático con más de treinta años de carrera y comprometido magistrado de la Corte Suprema, se ha dado tiempo para preparar un libro valiente, diferente, escrito con convicción, como es el que el lector tiene en sus manos.
Asistimos en los últimos tiempos a un permanente ataque contra la familia, al amparo de una triste idea de «modernidad», bajo cuyo nombre se esconde una corrupción en los valores y una visión materialista —que igual puede ser de izquierda como de derecha—. Alimentada por nuevos modelos light, que se ofrecen disforzadamente desde los medios, entre la indiferencia política y, a veces, la indolencia social, amenazando con vaciar a la familia de sus contenidos fundamentales.
Frente a los innumerables artículos que, en nombre de la familia terminan atentando contra sus más sólidos fundamentos, el autor nos ofrece un libro escrito desde la vereda de enfrente, atreviéndose con firmeza a ir contra una malentendida corriente de una libertad sin límites que, cuando no busca el hedonismo o se deja llevar por el egoísmo, busca más bien esquivar responsabilidades para no tener justamente que responder por sus actos.
¿Es realmente el divorcio una superstición como plantea provocadoramente el título del libro? La verdad es que, a veces, frente a los problemas conyugales, pareciera ser el conjuro inmediato para enfrentarlos, mas no para preservar el matrimonio; sino para, simplemente, huir de él y buscar nuevos horizontes. Como afirma el autor, existe una superstición que ha creado la sociedad consumista, relativista y materialista de nuestro tiempo, que atribuye al divorcio cualidades mágicas como el remedio infalible para todos los males personales, que al final de cuentas pretende curar el problema de una familia destruyéndola.
Hoy en día, como dice Ramiro De Valdivia, parecen irrelevantes en el matrimonio conceptos tan esenciales como el del amor, siendo necesario emerger del pantano de la indiferencia individualista para rescatar su verdadero significado y enfrentar una cultura del divorcio.
Para comprender la naturaleza y el sentido del matrimonio, vale mencionar aquí las palabras de Gabriela Araníbar Fernández Dávila, ex-decana de la Facultad de Derecho de la Universidad Femenina del Sagrado Corazón institución en donde también ha ejercido la docencia Ramiro De Valdivia Cano— quien señala que:
«El matrimonio es engranaje de vida, que se institucionaliza en la relación más íntima del varón y de la mujer, para un crecimiento igualitario y armonioso de cada quien y de los dos que forman, en su entrega total, el núcleo de la familia que constituyen al integrarse como espacio humano que genera y transmite vida y valores. Para amar a Dios y a la Patria. Para amar a los demás con la fuerza del bien.»
Puede parecer extremo plantear a rajatabla la indisolubilidad del matrimonio que defiende el libro, mas frente a las reiteradas propuestas del progresivo relajamiento del mismo a que asistimos, el libro cumple un valioso papel para equilibrar las cosas y enriquecer el análisis. Cuenta, además, con el aval de un escritor de la talla de G.K. Chesterton (de quien toma prestado el título la obra), y parte de que ciencia y religión no son conceptos que se contraponen, sino que se complementan.
La tesis del autor insiste en que la naturaleza y trascendencia de la relación conyugal exigen su estabilidad e indisolubilidad, coincidiendo con el citado pensador en que el obvio efecto del divorcio frívolo será el matrimonio frívolo.
Por otro lado, además de criticar con acierto el positivismo —tan nefasto para el país y la judicatura—, considera al Derecho más que un conjunto de conceptos etéreos y líricos, siendo la libertad inherente al mismo no una concesión generosa del Estado, sino un derecho intrínseco que tiene todo ciudadano, toda persona, todo ser humano, desde la fecundación.
El matrimonio no es un contrato, es una institución; y llegamos a él más que para recibir, para donarnos recíprocamente. Frente al hedonismo individual, plantea la búsqueda del placer del compartir, en una relación de dos que no es de competencia, sino de compromiso, para enfrentar juntos las dificultades de la vida y vivir sus dichas.
A los enemigos tradiciones de la familia, que son casi los mismos que los del matrimonio, se unen hoy el relativismo moral, el egoísmo y el consumismo, los cuales debemos enfrentar con firmeza e inteligencia, con creatividad y sensibilidad humanista.
En tal virtud, como dice Alfonso López Quintás, la fidelidad no significa tener aguante, «aguantar» es propio de muros y columnas; en el caso del ser humano, en el caso del matrimonio «el hombre está llamado a una empresa superior: la de ser creativo, ir creando en cada momento lo que en un momento prometió crear. La fidelidad tiene un carácter creativo». Así entonces, cuando una relación conyugal empieza a complicarse, el divorcio no debe ser la primera salida, sino más bien la última, cuando ya no haya absolutamente nada más que hacer y sea lo mejor para la propia sostenibilidad de la familia o lo que pueda quedar de ella en situaciones difíciles.
El libro tiene el mérito de hacernos reflexionar sobre temas que, no obstante ser profundos, se ven muchas veces apenas superficialmente. Podemos coincidir o no con algunas de sus ideas, pero, precisamente, lo importante de un libro de esta naturaleza —y sé que ese es el espíritu que ha animado al autor—, no es lo que pueda trasmitirnos pasivamente, sino todo aquello que pueda provocar en nosotros para hacernos pensar y repensar cuestiones trascendentales, sobre la base de los más profundos valores que nos inspiran, para alumbrar así nuevas perspectivas, para que cada uno, paso a paso, podamos salir de las sombras, llevando nuestra propia luz en las manos.