Compartimos en PDF gratis el libro: Derecho de Alimentos, de la Dra. Luz Jarrín de Peñaloz. Este libro es un aporte en el esclarecimiento del juicio de alimentos y la explicación de los trámites correspondientes.
La Dra. Luz Jarrín de Peñaloza, autora del libro, analiza la parte jurídica y muestra,a través de casos concretos, el procedimiento en caso de incumplimiento del juicio de alimentos; asi como lo que está pendiente en la legislación vigente sobre este tema.
Además, por su base histórica y jurídica, el texto es una fuente de consulta en las investigaciones en materia de derecho de familia.
A continuación compartimos un fragmento de la introducción de este buen libro.
Introducción
En mi calidad de señora egresada de esta universidad católica, me siento obligada a tocar este derecho de alimentos, que concierne más a la mujer, no sólo por el aspecto procesal defectuoso entre nosotros, sino por lo que corresponde a la parte moral, de alto sentido humano y, por ende, social en que queda colocada la mujer pobre, abandonada por el marido, -ya sea en el matrimonio o fuera de él- y que se ve precisada a reclamar el sustento para ella o para sus hijos (o conjuntamente), según los casos.
La profesión que se adquiere en años maduros va sazonada de la experiencia, del estudio, del recorrido de la vida por diferentes países, lo que nos despierta la curiosidad de saber de ellos y de lo que podemos aprovechar en favor nuestro.
El egoísmo se desprende y sentimos el deseo de ser útiles a los demás, aportando nuestros conocimientos, graciosamente, a las mujeres pobres, que necesitan nuestros servicios profesionales y que (con las sociedades que me propongo formar, con una buena organización para que la labor no sea recargada), habremos doblado la cuota a que somos deudoras, las que a estas instituciones pertenezcamos, honrándonos así de ser miembros de ellas, de colaborar con la justicia y defender el capital humano de seres inocentes que, de suyo, nos pertenece.
La orfandad de los hogares en que el efecto marital queda roto en un noventa por ciento por parte del hombre, vemos que, cuanto más transcurre el tiempo, el cariño y ternura con que el padre diariamente acariciaba a sus hijos va perdiendo en intensidad y, con ella, corre pareja la negación del sustento.
Otras veces, aun viviendo el marido en el hogar y con distracciones fuera, ya no tiene o no quiere dar el alimento en su hogar, tornándose así la vida en discusiones continuas, que cada vez los aparta más espiritual y materialmente.
Y así llegados los acontecimientos, la mujer sin recursos comienza por deshacerse de las cosas enajenables, se acobarda y se desmoraliza en su desolación y, no en pocos casos, ha visto mujeres que en noches enteras de insomnio y cavilación de tanto pasar la película de su tragedia, han ido a parar a un sanatorio de insanos.
Y si hiciéramos una clasificación de la mujer apocada, de la arriesgada, de la ignorante, etc., tendríamos muy variados episodios, todos en la misma gama de coloridos de miseria y abandono.
La mujer apocada que generalmente es de la clase media, se asusta anta la idea de su entrada a Palacio de Justicia, sin recursos económicos y sin ropa decente con qué presentarse, renuncia a sus propios derechos, asediada por el hambre, y muchas veces concede el divorcio con tanta facilidad como ascenso de categoría a esposa eleva a la amante del marido, convencida así que dejará de perecer de hambre ella y sus hijos.
En el otro tipo de la mujer arriesgada, encontramos a aquella que es luchadora. Va a Palacio de Justicia, en defensa de sus derechos, suplica los servicios de un abogado y comienza el oleaje de papeles, en el que se marea al inicio y comienza a perder la fe, más aún, cuando encuentra a otras mujeres que la misma desgracia acerca y que relatan que son meses y años que van transcurriendo y no alcanzan todavía los alimentos demandados…